Precisamente llevo conmigo el folleto de SEO/BirdLife sobre el buitre negro, nombrado “ave del año” 2010; donde se incluyen entre las amenazas, además del veneno y del hambre y algunas más, “la gestión inadecuada de los montes como la apertura de pistas, cortafuegos, accesos a excursionistas, etc.”
El buitre negro ha intentado criar (sin éxito) al menos tres veces (casi cuatro) en el Refugio o en su entorno; y estos nidos extraordinarios, que llevábamos décadas esperando, son los situados más al norte y más al este en España (prescindiendo de las citas antiguas, cuando la especie estaba mucho más extendida; y sin contar el proyecto de reintroducción en Cataluña, donde este año se ha conseguido el nacimiento del primer pollo).
Después de la referida observación, la lluvia se hizo tan fuerte que tuve que interrumpir el censo (de los pollos de los buitres y otras aves) y buscar refugio en una pequeña cuevecita u oquedad, donde he pasado la noche, junto con mis bártulos. Y donde estoy aún, porque sigue lloviendo bastante; mientras puedo observar con el telescopio un alimoche o buitre blanco, oculto en una lejana cuevecita donde tiene su nido.
Al igual que hice otros años en situaciones parecidas, y recordando al gran naturalista Jesús Garzón Heydt a propósito de su inolvidable artículo “Comentarios desde un refugio” (ADENA 5, 1972, págs. 33-34), escribo en parte para pasar el rato y aprovechar el tiempo de algún modo; y también, por si estas líneas pueden recordar a alguien la fuerza, la dureza y la hermosura de este Refugio de vida salvaje, que ha movido tantas ilusiones y voluntades de hombres que supieron estudiarlo y defenderlo sin dejar en el terreno señales de su paso. Su historia increíble, de casi 36 años, es un ejemplo en muchos otros espacios naturales protegidos. No debería olvidarse; y tampoco a las personas que con su esfuerzo noble y generoso la han hecho posible: desde personas de los pueblos (como el guarda de WWF Jesús Hernando y su padre Hoticiano, entre otros), hasta naturalistas de muy distintos lugares (como por ejemplo el ornitólogo suizo Daniel Magnenat, quien antes de morir nos encargó que continuáramos “amando y protegiendo esta bella región”, “totalmente excepcional, de un valor internacional”; y dejó una ayuda para que pudiera seguir editando las Hojas Informativas sobre el Refugio).
Sigue lloviendo; mientras cantan el pinzón, la oropéndola, y la paloma torcaz. Gritan las chovas, y el cuervo. El lejano alimoche continúa echado, girando la cabeza a derecha e izquierda como siempre. Más lejos aún, enfoco con el telescopio un nido de buitre leonado, donde un adulto protege de la lluvia a un pollito muy pequeño (por fin consigo ver al pollito, que levanta la cabeza); y recuerda lo retrasada que va este año (como media) la reproducción de los buitres (por cuarto año consecutivo, desde que se agudizó el problema del hambre). Veo otros 29 buitres posados, aparte de algunos pollos en sus nidos respectivos; pero muchos nidos están vacíos, como mudos testigos del esplendor aún reciente de esta colonia, que llegó a ser la mayor conocida en Europa y posiblemente en el mundo. Menos mal que el comedero del Refugio (de WWF) y uno o dos más continúan funcionando, en el nordeste segoviano.
La actitud del viejo buitre (el primero citado) me revela que ya no está lloviendo con tanta intensidad como antes. Parece que así es; por lo que debo salir del escondrijo, para continuar con los censos, mientras el vuelo de un cernícalo anuncia una tregua parcial en la lluvia.
Dr. Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo
Presidente del Fondo para el Refugio de las Hoces del Riaza
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